Por: Clara Morel
El jolgorio que caracteriza a la zona del mercado en la frontera sur entre la República Dominicana y Haití, ha desaparecido para dar paso a una ola de rumores e incertidumbres. Como parte de las medidas preventivas para evitar la propagación del Covid-19 instauradas en todo el país desde el 17 de marzo pasado, se han limitado los horarios de apertura de los cuatro puntos fronterizos oficiales, incluyendo a Jimaní-Malpasse. Esta limitación complica aún más una ya intrincada ruta de acceso y las actividades de mercado que dan vida a la economía de la provincia de Independencia.
El cierre y bloqueo de fronteras, al decir del director de emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Michael Ryan, es una estrategia inviable que pasa mayor factura a los más pobres. “Las economías deben reabrir, la gente debe trabajar, el comercio debe reanudarse”, el cierre para que sea efectivo debe tomarse en combinación con otras medidas para romper la transmisión del coronavirus.
La presión en torno al tema de salud marca la discusión sobre alternativas para la normalización del flujo en Jimaní, si las transacciones cotidianas en este tramo fronterizo pueden en algún momento considerarse normales. La gente apostada sobre la verja que da paso, personas que ofrecen servicios para el traslado, paquetes, bultos y mercancías forman parte del panorama. En un gran dispositivo militar de los organismos de seguridad del Estado y de la Dirección General de Migración proliferan los chequeos, de Barahona a esta entrada, hay unas 10 paradas de verificación, más las que se improvisan y no tienen espacio fijo.
¿Cómo opera el mercado en la actualidad? Alternativas desfavorecen personas de escasos recursos
La gran actividad comercial encuentra vías para continuar el negocio.La zona de “Tierra de Nadie”, entre las dos fronteras, se ha transformado en un mercado temporal de productos agrícolas todos los lunes y los jueves. A las 10 a.m., las autoridades abren la puerta para que los comerciantes dominicanos y haitianos puedan aprovechar este espacio. Sin embargo, el regreso se vuelve más difícil, solo el conductor se le permite ingresar por la puerta principal, todos los demás deben hacerlo de manera informal. En paralelo, enormes camiones hacen fila para entrar y vender mercancía en Malpasse ante los problemas de acceso de otros compradores y la interdicción de ingreso de vehículos desde Haití. Además, los ciudadanos de a pie tienen dificultades adicionales para adquirir y vender sus productos, quienes compran al detalle deben sumar a su presupuesto entre seiscientos y mil pesos adicionales para lograr acceso de manera informal.
Perspectiva a futuro
Las preocupaciones sobre el auge del virus son dispares en ambos lados de la isla, de acuerdo al Ministerio de Salud de República Dominicana al 26 de octubre de 2020, 125 mil personas han resultado contagiadas de Covid-19, mientras los fallecidos ascienden a 2,200. En Haití, las autoridades del Ministerio de Salud Pública y Población han registrado 9,054 contagios y 231 fallecimientos. Con los números en positividad e internamientos declive, las autoridades de ambas naciones coordinan la apertura paulatina del mercado binacional ubicado al norte, en el punto fronterizo de Dajabón-Ouanaminthe. En el puesto fronterizo de Jimaní-Malpasse, la frontera haitiana ya está abierta, esperando que los vecinos hagan lo mismo.
La aplicación de pruebas de aliento y PCR para la detección del virus, así como el envío de personal médico especializado en atención COVID-19 integran el protocolo discutido por las autoridades dominicanas a principios de octubre para retomar el intercambio comercial. Al sur, otra vez le toca el olvido, no se tienen previstos encuentros, no hay todavía fechas sobre la mesa, mientras los comerciantes y compradores se la ingenian para sobrevivir entre tanta restricción.
